Emilio es un anciano que recibe la desoladora noticia de que va a perder la memoria. Con el objetivo de volver a ver al amor de su juventud, antes de que este terrible hecho suceda, Emilio emprende un disparatado viaje, acompañado por su hija Julia y su nieta Blanca. Este viaje servirá a los personajes para descubrir que no existe una fecha para comenzar de cero y, también, para descubrir los engaños que han estado presentes en sus vidas.
María Ripoll directora de comedias románticas como Ahora o Nunca y No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, se encarga de llevar a la gran pantalla esta adaptación de la novela homónima de Laura Norton. Su reparto principal cuenta con las actuaciones de Inma Cuesta , Oscar Martínez, Nacho López y el debut de la joven Mafalda Carbonnell.
Vivir dos veces habla del (imposible) intento de regreso al pasado de un matemático jubilado (Martínez, tan bien como suele), gruñón y misántropo, que descubre, con pavor, que está perdiendo la memoria. La historia es muy simple, que no simplista; se propondrá reencontrar a la única mujer de la que estuvo enamorado. Y lo hará con la ayuda de una familia más bien rarita: una hija que se parece mucho a un Excel (Cuesta borda un papel difícil, por lo ingrato del personaje), un yerno nulo y una nieta (Carbonell: la veremos mucho; y si no, al tiempo) que es una mezcla de sabiduría, calidez y mala leche proverbiales. Ripoll maneja muy bien los tiempos de la comedia (ya lo sabíamos) y también, es marca de la casa, la levedad, casi la ingravidez con que pasa de un registro cómico a otro arrebatadamente dramático, con toques de road movie entre chusca y castiza: como querría cualquier gran comedia, la cuota de drama está aquí para reforzar la empatía con unos personajes dibujados con primor, que crecen sin cesar ante nuestros ojos.
Recomendable.